Lo sensible y las ideas

Como lo permanente e inmutable no se encuentra en el mundo de lo sensible, Platón postula otro mundo, el mundo de las "ideas" o mundo inteligible, del que el mundo sensible no es más que copia o imitación.

En Platón, la palabra "idea" alude, no al aspecto sensible, sino al "aspecto" intelectual o conceptual con que algo se presenta. Por ejemplo, el aspecto de ser "silla" -lo cual, es preciso observarlo bien, no es nada que se vea con los ojos, sino solamente con la inteligencia: por eso se dice que se trata del aspecto "inteligible", es decir, de la "esencia".

Ejemplo del leño:
Para aclarar mejor la índole de las "ideas" y su diferente modo de ser respecto de las cosas sensibles, conviene hacer referencia a un pasaje del Fedón. Allí Platón establece la diferencia entre las cosas iguales, de una parte, y la idea de lo igual:

Supóngase un leño (1) igual a otro (2), menor que un tercero (3) y mayor que un cuarto (4).

  • En primer lugar, obsérvese que el leño 1 es igual al 2, menor que el 3 y mayor que el 4, es decir, que el leño 1 es a la vez, igual y no-igual, pues es menor y mayor, esto es, que es contradictorio.  
  • En segundo lugar, se puede cortar en dos el leño 1, y entonces el leño, que era igual al 2, se habrá convertido en menor, habrá dejado de ser igual, habrá desaparecido como igual; y desaparecerá absolutamente si se lo quema. Pero la igualdad misma no se la puede cortar y convertirla en lo menor, ni se la puede destruir.
  • En tercer lugar, las cosas iguales, como los leños, son sólo imperfectamente iguales, tanto por todo lo que se acaba de decir, cuanto por la circunstancia de que, observados con mayor precisión -con una lupa, revelarían diferencias. 
Las cosas iguales, pues, "aspiran" a ser como la igualdad en sí, pero en el fondo siempre les falta algo para serlo plena o perfectamente, son insuficiente o imperfectamente iguales, deficientemente iguales. En general, las cosas sensibles no son plenamente, sino que constituyen una mezcla de ser y no-ser.

Se desprende entonces de todo lo anterior que las cosas sensibles son contradictorias, cambiantes e imperfectas, en tanto que todas las ideas son idénticas, inmutables y perfectas. Por ende, cosas sensibles e ideas representan dos órdenes de cosas, dos modos de ser, totalmente diferentes.

Pero si bien cosas sensibles e ideas representan dos órdenes diferentes del ser, con todo hay entre ambos una relación, que Platón dice es una relación de semejanza o copia o imitación.


Ejemplo de la relación entre los dos mundos


Doxa y episteme

Según Platón, entonces, resulta haber dos mundos o dos órdenes del ser: el mundo sensible, de un lado, el mundo de las ideas o mundo inteligible, del otro; y consiguientemente hay dos modos principales de conocimiento, la doxa u opinión, y la episteme, el conocimiento propiamente dicho o "ciencia".
El mundo sensible no es para él pura nada, sino que tiene un ser intermedio, imperfecto; pero, de todos modos, algo de ser; no es el verdadero ser, inmutable, permanente, que corresponde a las ideas, sino que se trata de una mezcla de ser y no-ser, y por eso todo allí es imperfecto y está sometido al devenir; y lo que tiene de ser, lo tiene en la medida en que copia o imitación -siempre imperfectamente- a las ideas. De manera que entre el ser pleno -las ideas- y el no-ser absoluto, se intercala el mundo del devenir, el de las cosas sensibles, que son y no son, que participan, copian, dependen de las ideas. 
Sintéticamente, podríamos trazar el siguiente cuadro de los caracteres respectivos de los dos mundos:



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